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martes, 9 de julio de 2013


Intenté relajarme, crucé los dedos por detrás de mi espalda, y recuerdo que me dijo: -No quedan amigos como tu-. Saltó a mis brazos y me dio un abrazo. En ese instante deje de sentir mis dedos. Aguanté el tipo. Al ver que tenía la mano por detrás de la espalda me preguntó: - Amigo tienes algún regalo para mi?-. Bajé el brazo, separé los dedos y sonreí.
Dejé de creer en la suerte.


- Christian Castles.